"Tras el efecto Cobos, la recaptura, por parte de la UCR, de afiliados que se habían pasado al oficialismo, le da a la política cierto parecido con el fútbol. Como cuando finaliza un campeonato y se abre el libro de pases. Y al que fue el equipo campeón se le van sus mejores jugadores, lo que lo pone en riesgo de irse al descenso en la próxima competencia.
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Y es al ñudo quejarse, como lo vienen haciendo los oficialistas más contumaces e intransferibles, porque a su debido tiempo el club de la Rosada supo atraer a los de los equipos contrarios, como se ha hecho siempre, en estos casos, con David Beckham, con Robinho o con un gobernador de otro partido: con el brillo del metal y la promesa de triunfos imperecederos. Sin que le importara ni un maní la queja de la hinchada adversaria. Haciéndolo de prepotencia, como sólo estaba al alcance de quien manejaba un presupuesto superavitario a prueba de contrariedades, se mofaba de los que insistían en ver el pelo en la leche, podía ser súper generoso en subsidios y tener todos los trenes bala que se le antojaran en el horizonte.
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