Friday, June 27, 2008

Only in New York

Ayer mientras me dirigía a una Misa en la Catedral de San Patricio, preparándome internamente para la celebración religiosa, fui testigo de un espectáculo inusual que me devolvió a otra realidad, la de las calles de NYC.

Había estacionado mi vehiculo por la calle 50 entre la 8va y 9na. Avenida. El estacionamiento a los particulares solo esta permitido, como en la mayoría de Manhattan, después de las 7PM, antes de esa hora solo pueden hacerlo los vehículos que tienen chapa comercial. Caminaba por la calle 50 casi Broadway en dirección a la 5ta Avenida.

Un irish guy bastante entrado en años, con el rostro colorado (debido quizás a la "adicción" por la que son famosos los irlandeses) y una larga barba blanca como de un patriarca iba manejando uno de esos horse carriages que se ven en el Central Park para entretener a los turistas.

Este grumpy old man ya venia hace rato vociferando contra el vehiculo que estaba adelante porque conducía muy despacio. De repente otra persona que esta parada casi en la esquina lo increpa al conductor del horse carriage - porque creía que este estaba maltratando al caballo. Se produce una discusión del tipo “asshole porque estas maltratando al caballo?” y otras lindezas. Se suma el coro de comedidos a increparlo al conductor (una filosofía muy distinta la que existe en NYC al no-te-metás de Argentina). El conductor les responde que no se metan con un vocabulario aquí irreproducible y se alejen del caballo…stay away, stay away!

En un momento del caballo took off…corre asustado ante tanta confusión y el conductor apenas si lo puede controlar. Dado que estaba el semáforo en rojo y el caballo se larga a cruzar mientras que el conductor se esforzaba para detenerlo...Se arma una confusión fenomenal con los automóviles que trataban de cruzar la intersección... El caballo busca un claro y sigue su galope a toda velocidad mientras se pierden en la jungla entre los insultos las bocinas, todo ello mezclado con las infaltables sirenas de los patrulleros.

Esa imagen sello para mí la tarde que se apagaba en Manhattan. Poco después entraba a la imponente Catedral para una misa especial celebrada por el Nuncio Apostolico Dr. Celestino Migliore.

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